En un mundo lleno de información sobre dietas milagrosas y planes de alimentación extremos, es importante contar con lineamientos respaldados por expertos en salud. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han definido lo que consideran una dieta saludable, basada en los principios de variedad y equilibrio. Estas instituciones han publicado un documento en el que proponen aumentar la ingesta de proteínas, consumir más vegetales y reducir la cantidad de azúcares en la alimentación diaria.
La recomendación de la OMS y la FAO se centra en una dieta que cumple con cuatro principios fundamentales: adecuada, balanceada, moderada y diversa. A continuación, desglosaremos cada uno de estos principios y cómo pueden ser implementados en la vida cotidiana de manera práctica.
1. Adecuada para cada persona en su contexto
Una dieta adecuada, según las directrices de la OMS y la FAO, debe adaptarse a las necesidades individuales de cada persona. Factores como la edad, el tamaño corporal, la actividad física, el estado de salud y las condiciones fisiológicas deben ser tomados en cuenta al diseñar un plan de alimentación. Es importante ingerir los nutrientes esenciales que el cuerpo no puede producir por sí solo, como ciertas vitaminas, minerales y aminoácidos.
En el caso de los bebés, se destaca la importancia de la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses de edad, seguida por la introducción de alimentos de origen animal para cubrir las demandas nutricionales durante el crecimiento y desarrollo.
2. Balanceada en la cantidad de proteínas, carbohidratos y grasas
El equilibrio entre proteínas, carbohidratos y grasas es clave en una dieta saludable. Las proteínas deben representar entre el 10% y el 15% de las calorías totales ingeridas en un día, con variaciones según la edad y las necesidades individuales. Es importante obtener proteínas de fuentes tanto animales como vegetales, priorizando las proteínas basadas en plantas para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
En cuanto a las grasas, estas deben constituir entre el 15% y el 30% de las calorías totales en adultos, y entre el 15% y el 35% en niños y adolescentes. Se recomienda limitar las grasas saturadas y eliminar las grasas trans de la dieta. Los carbohidratos deben provenir principalmente de alimentos como granos enteros, verduras, frutas y legumbres, con un mínimo de 400 gramos de frutas y verduras al día para los adultos.
3. Moderada para cuidar la salud
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La moderación en la dieta implica evitar el consumo excesivo de alimentos y ingredientes que puedan tener un impacto negativo en la salud a largo plazo. Carnes rojas, sodio y alimentos ultraprocesados son algunos de los elementos que se deben consumir con moderación para prevenir enfermedades cardiovasculares, hipertensión y obesidad.
4. Diversa según las preferencias y la cultura
La diversidad en la alimentación es fundamental para garantizar una nutrición equilibrada y saludable. No existe un único patrón de alimentación que sea saludable para todos, por lo que se recomienda incluir una variedad de alimentos respetando las preferencias y la cultura de cada persona. Mayor diversidad en los platos se relaciona con mejores resultados de salud a largo plazo.
En resumen, seguir las recomendaciones de la OMS y la FAO en cuanto a una dieta saludable puede contribuir significativamente a mejorar nuestra salud y bienestar. Es importante aplicar estos principios en nuestra vida diaria, priorizando alimentos naturales, limitando los ultraprocesados y consultando con un nutricionista en caso de necesitar un plan alimenticio personalizado. La clave está en mantener una alimentación variada, equilibrada y moderada para cuidar nuestro cuerpo y nuestra salud.